Había una vez un hombre que vivía en una plaza y era amigo de las palomas. Tenía muy pocas posesiones materiales, pero mucho que ofrecer de sí mismo. Como los animales son sabios, se acercaban todos los días a él y este, por muy poco que tuviese, compartía con ellos sus posesiones.
Así podía empezar un cuento. Así al menos me lo imagino yo, cuando veo una y otra vez las fotos de ese señor que para en la Plaza de la Asunción, y que tras preguntarle si podía fotografiarlo, accedió con la mejor de sus sonrisas a posar para mí.
Y aunque no soy un cuentacuentos, puede ser que sí tenga algo de «storyteller» ofreciendo mis imágenes para contar la verdadera historia de lo que pasó la mañana del 22 de diciembre de 2014, cuando iba caminando con mi cámara y mi nuevo objetivo, regalo adelantado de reyes de este año.
Ayer tarde, cuando iba con mi compañero de batallas fotográficas Pedro Moreno nos encontramos de nuevo a este señor y se puso muy contento cuando le enseñé las fotos. De nuevo ofreció algo que no se puede comprar y que es valiosísimo: Su sonrisa.
Que fotos mas hermosas coco. Eres muy grande.
Muchas gracias Donpi. Me alegro que te guste bro.
Un abrazo.